Casi cuatro años después de la invasión rusa de Georgia en agosto de 2008, aproximadamente 10,000 soldados rusos ocupan todavía las provincias georgianas de Osetia del Sur y Abjasia. Esta ocupación representa el 20% del territorio de Georgia reconocido internacionalmente y es una violación directa del Acuerdo de Alto el Fuego de Seis Puntos alcanzado con la intermediación del entonces presidente francés Nicolas Sarkozy. Aunque muchos de los amigos de Georgia se han olvidado de la ocupación, el pueblo georgiano ciertamente no lo ha hecho. Las encuestas muestran la cuestión de la integridad territorial de Georgia como la mayor preocupación para el pueblo georgiano tras el desempleo.
Ayer visité la Línea de Ocupación cerca del pueblo georgiano de Odzisi. Por decirlo de manera sencilla, la Línea de Ocupación es donde la Georgia libre y democrática limita con la Georgia oprimida y ocupada por Rusia. Se trata de una experiencia bastante surrealista. Un búnker de sacos terreros en el que ondea la bandera de Georgia, controlado por la policía georgiana, se encuentra a menos de 200 metros de otro búnker ruso de similares características. Me es difícil creer que la pacífica y cosmopolita Tiflis esté a sólo 50 kilómetros por detrás de mí.
Veo un punto de control ruso en el que ondea la bandera de Rusia en una zona que internacionalmente está reconocida como dentro de la República de Georgia. Es la versión del siglo XXI de la línea del frente durante Guerra Fría del siglo XX. Más allá de mi línea de visión, me dicen, hay avanzados sistemas antiaéreos S-300, lanzaderas de cohetes BM-30 Smerch y misiles balísticos tácticos SS-21 Scarab, todos presuntamente ubicados en Osetia del Sur y con Tiflis dentro de su radio de alcance. Desde el punto de control, la más reciente base militar de Rusia es claramente visible a menos de dos kilómetros de distancia. En la lejanía, veo que una nueva carretera está siendo construida sobre la montaña para unir la nueva base militar de Rusia con la capital provincial de Osetia del Sur, Tsjinval. Por desgracia, nada de esto parece temporal: los rusos están ahí para quedarse.
Ocasionalmente, se puede ver un vehículo de la Misión de Observación de la Unión Europea (EUMM) patrullando por los pueblos y los campos de alrededor, pero solamente en el lado georgiano de la línea de ocupación. Rusia no permite que los observadores de la EUMM entren en Osetia del Sur o Abjasia, otra flagrante violación del Acuerdo de Alto el Fuego de Seis Puntos. Aún así, los georgianos están bastante contentos de tener a la EUMM patrullando en Georgia. “Se trata de transparencia. Muestran al mundo que Georgia no está violando el acuerdo de alto el fuego”, me comenta un alto cargo georgiano.
Además de convertir Osetia del Sur en esencialmente una gran base militar rusa, en 2008 Rusia reconoció unilateralmente la independencia soberana de las dos provincias separatistas. Sin embargo, la misión internacional dirigida por Rusia para el reconocimiento de Osetia del Sur y Abjasia ha sido un fracaso total. De momento, además de Rusia, sólo Nicaragua, Venezuela y tres pequeños países isleños del Pacífico, Tuvalu, Vanuatu y Nauru reconocen la soberanía de Osetia del Sur y Abjasia. Nauru reconoció formalmente a las provincias separatistas sólo después de que Rusia le proporcionara $50 millones en ayuda internacional.
Por desgracia, de la misma manera que Rusia no está consiguiendo el reconocimiento internacional de Osetia del Sur y Abjasia, los georgianos están teniendo dificultades para conseguir que sus aliados europeos reconozcan formalmente la presencia militar rusa en la zona como una ocupación. Si los 10,000 soldados rusos acuartelados permanentemente en el 20% del territorio de Georgia no es una ocupación, ¿qué es? Sin embargo, la mayoría de las naciones europeas (incluido el Reino Unido) han permanecido en silencio. El Reino Unido y los colegas europeos deberían unirse a Francia y Estados Unidos en una declaración reconociendo inequívocamente la ocupación rusa.
Esta semana, el presidente ruso Vladímir Putin estará visitando Alemania y Francia. Quizás Alemania pudiera utilizar esto como una oportunidad para reconocer la ocupación rusa y pedir a Rusia que se adhiera finalmente al Acuerdo de Alto el Fuego de Seis Puntos que ha estado violando desde su implantación. En Francia, el nuevo presidente François Hollande debería utilizar la visita de Putin como una oportunidad para reafirmar el reconocimiento de Francia de la ocupación y el respaldo a Georgia. Con Sarkozy, Francia fue un firme partidario de Georgia. Esperemos que Hollande esté deseoso de seguir el camino donde lo dejó su predecesor. De otra manera, las consecuencias para Georgia no serán nada buenas.
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