El líder del Partido Socialista (SP), Emile Roemer, lanzó todo un órdago esta semana declarando que si de él dependiese, Holanda se saltaría a la torera cualquier posible sanción de la Unión Europea (UE) por violar las normas de déficit público.
"Habría que pasar por encima de mi cadáver para que pagáramos una multa así", dijo Roemer a la prensa, haciendo saltar chispas entre los liberales del primer ministro saliente, Mark Rutte, y sus socios en el Gobierno, que se han apresurado a garantizar que Holanda cumplirá con sus obligaciones.
Durante su mandato, Rutte ha sido uno de los adalides de la línea más dura dentro de Europa en todo lo referido a la austeridad y la reducción del déficit.
Así, Holanda se ha alineado siempre con las tesis de Alemania y otros países del norte, como Finlandia, y ha sido uno de los grandes defensores del nuevo "pacto fiscal", que compromete a los gobiernos firmantes a no caer en déficit excesivos.
Tanto, que a Rutte los recortes en su propia casa le terminaron por costar el puesto, cuando el Partido para la Libertad (PVV), uno de sus socios parlamentarios clave, hizo caer la coalición gubernamental al negarse a firmar un nuevo paquete de ajustes, que finalmente salió adelante con el apoyo de otras fuerzas.
Las recientes palabras de Roemer, que ha anunciado que de gobernar someterá el "pacto fiscal" a referéndum, han caído como una bomba en Holanda y fuera del país.
Según un análisis del influyente diario "De Volkskrant", la polémica generada por las declaraciones del líder del SP demuestra que por primera vez se le tiene en cuenta seriamente como posible futuro primer ministro.
A tenor de los últimos sondeos publicados por la televisión pública NOS, los socialistas radicales serían en estos momentos los vencedores de los comicios, doblando con creces sus actuales 15 escaños en un Parlamento de 150 asientos.
El partido, que se posiciona a la izquierda de la tradicional socialdemocracia que representa el Partido Laborista y que debería buscar una compleja coalición si quiere gobernar, ha multiplicado sus apoyos en los últimos meses haciendo bandera del fracaso de las políticas de austeridad.
El SP superaría según las encuestas a los liberales de Rutte (VVD), que siguen presentándose como los grandes defensores del rigor económico y del respeto de las normas europeas para superar la crisis.
Numerosos analistas prevén un desplazamiento de votantes hacia los extremos en los próximos comicios, impulsado por las crecientes dudas que planean sobre la economía holandesa.
Aunque sigue considerándose potente y sólida y el paro no constituye un problema, la economía de Holanda tiene por delante años de crecimiento débil, según las previsiones de distintos organismos.
Además, el país podría necesitar nuevos recortes para cumplir con sus objetivos de déficit, más allá del programa aprobado en los últimos meses y cuya aplicación amenaza Roemer.
Curiosamente, las cuestiones puramente económicas han quedado en la campaña parcialmente eclipsadas por el debate en torno a la soberanía e independencia de Holanda respecto a Bruselas.
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